lunes, 1 de junio de 2015

José Antonio a Contraluz


La publicación de José Antonio a Contraluz llega un año después de que el autor publicara su Ramiro Ledesma a Contraluz y dos años después de la primera incursión que realizó en la historia del nacional-sindicalismo español con su estudio sobre José Antonio y los No-Conformistas franceses de los años 30. 
Parece evidente que el autor intenta realizar un estudio completo sobre la historia del nacional-sindicalismo español. Hablamos con él sobre los contenidos y las tesis de esta nueva obra que tiene como subtítulo "Problemas de la historia de Falange Española".




– ¿Por qué este libro?
– El año pasado publiqué Ramiro Ledesma a contraluz que no era más que un intento de reinterpretar la figura de este doctrinario y dirigente político particularmente maltratado por sus partidarios más obtusos. De Ledesma se han dicho verdaderas barbaridades (de las que la menor no es, desde luego, que fuera nacional–bolchevique…) y consideré que era el momento de poner las cosas en orden, revisar su figura y su trayectoria y elaborar una tesis sobre el personaje. Era evidente que el paso siguiente era abordar la figura del otro gran doctrinario y líder indiscutible del nacional–sindicalismo, José Antonio Primo de Rivera.
– ¿Desde qué punto examinas la figura de José Antonio?
– No es, desde luego, un recorrido biográfico, ni mucho menos aspira a ser un estudio doctrinal sobre su obra. Me limito a tratar aspectos históricos a la luz de la documentación recopilada por los historiadores hasta ahora y en relación a seis temas, digamos, conflictivos. Habitualmente, las obras que se redactan sobre José Antonio son textos “devotos” escritos por los que fueron sus camaradas y correligionarios, o bien libros particularmente hostiles (recordamos, por ejemplo, el de César Vidal) realizados desde distintas perspectivas, pero con demasiada frecuencia “confesionalmente anti falangistas”. Nos hemos ceñido a la documentación histórica y a los testimonios, elaborando interpretaciones plausibles en cada cuestión: aquellas a las que nos han llevado el material histórico disponible.
– ¿Eso no se había hecho antes?
– No. O bien se han hecho apologías (ejemplo: Biografía apasionada de José Antonio) que entran dentro de la mitificación de la que fue objeto la figura de José Antonio durante el franquismo, o bien libros particularmente hostiles, como Contrarrevolucionarios de González Calleja). Además, hemos intentado incluir la narración dentro de un contexto más amplio que generalmente se olvida en los trabajos apologéticos: las vicisitudes de la Segunda República, sus oscilaciones, su inviabilidad, sus crisis, las etapas por las que atravesó, sin las cuales es imposible entender por qué la historia de Falange Española fue así y no de otra manera. Debo añadir que me limito a la Falange “histórica” cuya peripecia concluye el 18 de julio de 1936. Lo que ocurrió a partir de esa fecha pertenece a otro contexto.
– ¿Por qué has calificado a los temas que tocas en tu libro como “conflictivos”?
– Porque sobre ellos no solamente ha habido cierta confusión en las filas falangistas de postguerra, sino también porque han sido malentendidos o desconocidos por la opinión pública. Uno de esos temas, por ejemplo, es el asunto de la violencia: para algunos falangistas de postguerra (y estoy pensando en Sigfredo Hillers) el pensamiento y la acción política de José Antonio no tuvieron nada que ver con la violencia. En su libro Ética y estilo falangista, si no recuerdo mal, la palabra “violencia” apenas aparece en dos ocasiones. No es bueno confundir a la “Falange ideal” con la “Falange real”, ni para la comprensión histórica del movimiento, ni para su acción futura. No sólo existe una “teoría nacional-sindicalista sobre la violencia”, elaborada por Ramiro Ledesma, sino que desde su fundación, Falange Española tuvo un entendimiento cotidiano con la violencia, de lo que dan fe 62 ó 65 muertos entre la fecha de su fundación y el 18 de julio de 1936… causando un número imposible de cuantificar de víctimas en el campo contrario. No se puede negar lo innegable: que la Falange histórica realizó represalias sistemáticas desde mediados de la primavera de 1934 en adelante. El problema, para nosotros, no es negar tales represalias, sino establecer por qué se produjo esa espiral y esa escalada de violencias. Este mismo tema –como lo demás– es “conflictivo” porque la conclusión a la que llegamos no es la que habitualmente tienen partidarios demasiado devotos y detractores fanatizados. 
– ¿Cuál es el primero de esos temas que calificas de “conflictivos”?
– La monarquía. José Antonio, contra lo que se tiene tendencia a pensar, nunca realizó una crítica a la institución monárquica, sino que simplemente se limitó a certificar su defunción e incluso a calificar demasiado generosamente a tal defunción, como “gloriosa”. Pero no hay en toda su obra ni siquiera un párrafo o una alusión en la que se pueda intuir una crítica a las bases de la institución monárquica, ni mucho menos una profesión de fe republicana. Si en la postguerra los grupos falangistas desarrollaron una orientación profundamente hostil a la monarquía, no fue, desde luego, porque ni Onésimo, ni Ramiro, ni José Antonio, hubieran desarrollado una teoría contra la institución monárquica, sino por la actitud de los monárquicos en relación a Falange y a la política internacional (la mayoría de monárquicos eran aliadófilos, y la mayoría de falangistas germanófilos) y, posteriormente, porque los monárquicos fueron influyendo cada vez más en Franco y arrinconando a los falangistas. Finalmente, los grupos disidentes del Movimiento franquista terminaron estallando cuando las Cortes votaron la investidura del Príncipe Juan Carlos como sucesor de Franco a título de Rey. Pero una cosa es el anti monarquismo falangista de postguerra y otra muy diferente reconocer que tal monarquismo no se incluía entre las orientaciones doctrinales de los fundadores.
– El segundo tema “conflictivo”…
– Falange nació a la derecha. Recibió subsidios de la derecha alfonsina (como los recibió Ramiro antes y después de unirse a Falange y después al separarse) y en su primera generación de militantes abundaban los activistas monárquicos fascistizados. Falange nunca pudo mantener una equidistancia política entre las derechas y las izquierdas, contrariamente a lo que los falangistas piensan todavía hoy. Se dio sólo a nivel de consignas, pero en el terreno político, visiblemente, existían asimetrías. La relación con las derechas fue oscilante: no fueron estables, sino muy cambiantes, hubo momentos de distensión y de distanciamiento. Uno de los momentos de tensión fue la creación del Bloque Nacional que siguió a la no integración de Calvo Sotelo en el partido apoyada por Ruiz de Alda, Ansaldo y Ledesma (cuya ambigüedad al relatar el episodio en su libro Fascismo en España es significativa). En los meses que precedieron a las elecciones de 1936 volvió a reproducirse en pocos días la aproximación y el distanciamiento. Pero en las elecciones de mayo de 1934 en Cuenca, José Antonio, ya encarcelado, se presentó en una lista de derechas en la que inicialmente figuraban los líderes que no habían salido elegidos diputados (y, por tanto, no tenían inmunidad parlamentaria) compuesta por Renovación Española, la CEDA, Falange y Franco quien, finalmente, se descolgó de la candidatura. Sin olvidar que en la universidad, desde mediados de 1934, el SEU trabajaba en comandita con los estudiantes católicos de la FEC y con los estudiantes carlistas de la AET. Es decir, que incluso tardíamente, en mayo de 1934, Falange seguía incluida en el dispositivo de la derecha, aun odiando, desconfiando y denunciando a esa misma derecha (en particular a la CEDA). Pero la documentación histórica no deja lugar a dudas: Falange no solamente nació a la derecha, sino que –seguramente por las circunstancias históricas de la República y por que la izquierda en general dialogaba a tiros– se vio obligada a relacionarse con la derecha. Y esto, ni gusta a los falangistas (especialmente a los que creen que Podemos es una especie de Falange rediviva o a los seudo-hedillistas de los años 70), ni a las derechas actuales (que intentaron durante la República hacer de Falange una especie de punta de lanza contra las izquierdas). ¿Ves por qué es un tema conflictivo?
– ¿Hablas de las relaciones internacionales de Falange Española?
– De entre todas las relaciones que tuvo José Antonio con exponentes políticos del exterior hay una a la que dedico un capítulo particular, con Rolao Petro, dirigente del Movimiento Nacional Sindicalista portugués. Petro estuvo exiliado en España y residió en el domicilio particular de José Antonio, tenían el mismo origen (ambos habían militado en filas monárquicas y conocían bien la obra de Charles Maurras) e incluso el portugués participó en la redacción de los principios de Falange Española. De esta amistad y de este común origen, hay dos cosas que merecen tenerse en cuenta: cuando volvió Petro a Portugal, su movimiento ya estaba muy afectado por la represión que había llevado contra él Oliveira Salazar y optó por la vía insurreccional con la oficialidad joven. El golpe fracasó, pero lo importante es que, antes de estallar y ser desarticulado, José Antonio convocó en el Parador de Gredos a la Junta Política del partido comunicándoles su proyecto insurreccional, a partir de la frontera portuguesa. La correlación en fechas nos ha permitido trazar una relación verosímil de causa–efecto entre ambos proyectos. Y, ya se sabe, que en ciencia se dice que más vale una mala teoría que no tener teoría. La relación con Petro contribuye a explicar, en efecto, por qué José Antonio veía viable una “marcha sobre Madrid” a partir de la frontera portuguesa, con Sanjurjo a frente y 10.000 fusiles salidos de donde no explicó nunca…
– Supongo que tratarás el tema del fascismo y de la internacional fascista…
– En efecto. Y tampoco aquí hay margen para la discusión: es bueno poner sobre el tapete todos los datos históricos de los que se dispone. En medios falangistas de postguerra, especialmente entre los llamados “disidentes del Movimiento” y entre los seudo–hedillistas, se decía por activa y por pasiva que José Antonio no había estado en el Congreso de la Internacional Fascista de Montreux… era verdad. Pero había dos pequeños problemas: Falange Española si se había adherido y la nota la había redactado Giménez Caballero (a la que siguió el desmentido de José Antonio… pero no la protesta a los organizadores del Congreso) y… es que no hubo un congreso de Montreux, hubieron dos y al segundo sí que asistió José Antonio, recibiendo allí documentación sobre el caso de la guerra de Abisinia, que utilizó tanto en intervenciones parlamentarias, como en mítines, como en artículos en Arriba, como en campañas realizadas por sus militantes. Y no sólo eso sino que pocos meses después fue invitado oficial de gobierno italiano y recibió una subvención que retiraba personalmente en la embajada italiana en París hasta que cayó preso. Pero, claro, todo esto hay que matizarlo, empezando por la “internacional fascista” que, en realidad, no existió. Se trataba de una estructura de propaganda del gobierno italiano (el CAUR, Comité de Acción por la Universalidad de Roma) que se estableció en España siendo Giménez Caballero su secretario y Jacinto Benavente, el Premio Nobel de Literatura, su presidente.
– Sin embargo, José Antonio que, efectivamente, “nació políticamente” a la derecha, tuvo también relaciones con la izquierda. ¿Tocas este tema?
– Sí, claro, creo que ofrezco todos los datos que se pueden dar sobre los contactos entre José Antonio y Ángel Pestaña. No llegaron a casi nada. No fueron nada más que un intercambio de puntos de vista. Ahora bien, hay dos detalles que son importantes y curiosos. El primero es que ¡fue Mussolini! quien sugirió a José Antonio que contactase con Pestaña durante el viaje que hizo a Italia en 1933, antes de fundar Falange. Lo segundo que se vieron en dos ocasiones. La confusión viene porque Ximénez de Sandoval niega que se entrevistaran y otros como Miguel Primo de Rivera afirman que Pestaña… se había afiliado clandestinamente a Falange. La verdad, en este caso, es que los contactos fueron superficiales y de mucho menor calado que los que mantuvo con la derecha. Piénsese, por ejemplo que el alfonsino Antonio Ansaldo, expulsado del partido, siguió frecuentando a José Antonio (consta, por ejemplo, que en la tarde de las elecciones de febrero de 1934 se vieron e incluso que fueron juntos a recabar datos al Ministerio de Gobernación y que Ansaldo posteriormente organizó la fuga de tres falangistas presos por el atentado contra Jiménez de Asúa) o que en casa de Marichu de la Mora, después de la victoria del Frente Popular, se siguió viendo con Torcuato Luca de Tena, estando presente Ridruejo. La conclusión que puede sacarse de todo esto y de la oleada de violencia que afectó a Falange es que no existió de ninguna manera equidistancia de la formación entre las derechas y las izquierdas.
– Franco, por lo que veo, es otro tema que calificas de “conflictivo”…
– He preferido evitar directamente entrar en el debate, casi mezquino, de si Franco hizo todo lo posible por salvar a José Antonio o no le interesaba, pero si me han interesado dos aspectos: en primer lugar la relación entre ambos. Se conocían, pero no se llevaban bien. Eran dos personalidades demasiado alejadas una de otra, caracteres completamente opuestos y experiencias vitales muy distintas y, por tanto, muy distantes. De hecho, cuando José Antonio ve que ha aparecido el nombre de Franco en la candidatura unitaria por Cuenca en mayo de 1936, exige a Serrano Suñer (se sabe por él y por Gil Robles) que el nombre de Franco debe desaparecer (algo de lo que se encarga Serrano). Pero, al margen de las relaciones entre ambos, hay otro elemento que considero mucho más importante (a fin de cuentas una relación personal es un elemento subjetivo que tiene poco valor para componer una historia objetiva, como máximo es un indicativo): fue Franco quien mitificó a José Antonio una vez muerto. Franco nos hurtó al “verdadero” José Antonio o, si se quiere “al José Antonio integral” y a cambio nos dio una versión que, incluso, y esto es lo paradójico, afectó especialmente a la visión que se forjaron de él ¡incluso los grupos disidentes del Movimiento y los seudo–hedillistas!
– ¿Y la conclusión?
– La agrupo en cincuenta puntos en ocho páginas en las que resumo las 400 páginas anteriores y que creo que son difícilmente refutables, pueden ser admitidas por los historiadores pero también por los que en algún momento han militado en el movimiento nacional–sindicalista y conservan su objetividad.  
Ficha técnica:
Título: José Antonio a contraluz
Autor: Ernesto Milá
Número páginas: 412
Portada cuatricomía con solapas
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